Me consideraría suficientemente satisfecho si alguno de mis familiares encuentra de alguna utilidad este trabajo.
ARMANDO HERNÁNDEZ.
Una familia venezolana
LOS HERNÁNDEZ
(1766 – 1967)
EDITORIAL ARTE/CARACAS
UNA FAMILIA A TRAVÉS DE DOSCIENTOS AÑOS DE HISTORIA EN VENEZUELA.
En la travesía de Nápoles a New York a fines de noviembre de 1965 del vapor “Michelangelo”, nos sorprendió gratamente en la escala de Génova, la presencia de los esposos Oscar Machado y Leonor Machado Zuloaga. Oscar es nieto de mi tía Antonia Hernández de Machado y Leonor, nieta de mi tío Dr. Casimiro Hernández, hermana y hermano de mi padre, el Dr. José Miguel Hernández.
Durante el viaje hablamos en varias ocasiones sobre nuestra parentela y sus ramas en distintas familias cuyos vínculos, si los conocíamos, no lográbamos establecer sus relaciones entre sí.
De ahí nació la idea de acometer la recopilación de los nexos y lazos que existen en lo que podría calificarse de una familia a través de doscientos años de Historia de Venezuela: la rama de los Hernández a la cual pertenecemos.
La presente publicación contó para la coordinación de sus páginas, con la estrecha colaboración de mis apreciados primos: Roque y Trina Hernández Madrid, a quienes formulo público testimonio de agradecimiento.
La labor ardua pues la susodicha recopilación hubo de rastrear su investigación a través de los dos últimos siglos transcurridos en nuestra capital.
Sin ser un aficionado a los estudios históricos y mucho menos con aspiraciones de autor, en este trabajo se encontrarán fallas, pues seguramente habré pasado por alto a algún familiar. Si esto ocurrió, se debe a que las informaciones recogidas se fundaron en la fidelidad de los recuerdos y tradiciones, y como errar es de humanos, vayan nuestras excusas anticipadamente, pues estaremos en todo momento dispuestos a incorporar las nuevas referencias que tuviesen a bien hacerme en el perfeccionamiento de este árbol genealógico, hecho sin pretensiones y logrado imperfectamente, cuando en nuestros archivos y entidades calificadas fueron completamente vanos nuestros esfuerzos para hallar la fuente de información debidamente expuesta como parte de una familia en Venezuela.
En la parte final aparecen en cambio, los rastros principales correspondientes a la familia Hernández que se estableció en el Oriente de la República.
Me consideraría suficientemente satisfecho si alguno de mis familiares encuentra de alguna utilidad este trabajo.
A mi esposa Josefina Martínez de Hernández y a mi sobrina Alicia Martínez Mayz, compañeras de viaje en el “Michelangelo” donde tuvo su concepción este propósito, les expreso mi reconocimiento por el entusiasmo que le han comunicado a este proyecto que viste hoy las galas tipográficas con la presente edición.
Caracas, abril de 1967.
Armando Hernández
LOS HERNÁNDEZ
I
Don Vicente Hernández nació en las islas canarias por el año 1766. Recién casado con la Sra. Cayetana de Hernández vino a establecerse en Venezuela, más o menos por el año 1795. En Caracas contaba con varios parientes muy cercanos, lo mismo que en el Oriente de la República. Prefirió radicarse en Caracas y al poco tiempo adquiría una pequeña hacienda en Los Dos Caminos y se dedicaba de lleno a la Agricultura. De este matrimonio nacieron los siguientes hijos:
Casimiro, que casó con Antonia Guzmán.
Trinidad, que casó con Francisco Sales Pérez.
Santos, que casó con Isidro Espinoza.
Tomasa, que casó con Tomás Echezuría.
Carmelita y Pablo, solteros.
Para el año 1813, la situación era muy difícil en Venezuela entre Patriotas y Realistas, y Bolívar se vio en la necesidad imperiosa de lanzar su famosa Proclama de Guerra a Muerte, la cual decía textualmente:
“Españoles y Canarios: contad con la muerte, aun siendo indiferentes; Americanos, contad con la vida aun cuando seáis culpables”.
Finalizado el año 1813, se presentó una comisión de Patriotas a casa de Don Vicente Hernández, quienes le pidieron que los acompañase hasta sus oficinas para tomarle unas declaraciones, lo mismo hicieron con otros españoles vecinos de él. Confiado y con la conciencia muy tranquila no tuvo inconveniente en seguirlos. Cuentan que por el camino se sintió un poco fatigado y se sentó en una piedra a descansar. Ya los de la comisión iban lejos cuando él se dio cuenta que lo habían dejado solo; en seguida se levantó y corriendo los alcanzó. Ni por un momento pensó en el fin que le esperaba. De Caracas lo pasaron a las Bóvedas de la Guaira. Los calabozos de esta prisión estaban situados debajo de las calles próximas a la muralla del mar. Su hijo Casimiro, que ya era un hombrecito, se trasladaba los fines de semana a La Guaira en mula, para llevarle a su padre comida y ropa limpia. Un sábado se presentó a la prisión y al preguntar por su padre le dieron la fatal noticia de que había sido pasado por las armas dos noches antes, por el solo delito de ser Español. Hay que figurarse la terrible impresión que éste sufrió.
A continuación copio el texto de la orden del Libertador al Sr Comandante de la Guaira. Coronel José Leandro Palacio.
“Cuartel General Libertador en Valencia, 8 de febrero de 1814, a las ocho de la noche.
Por el oficio de US. De 4 del actual, que acabo de recibir, me impongo de las críticas en que se encuentra esa plaza con poca guarnición y un crecido número de presos. En consecuencia ordeno a US. Que inmediatamente se pasen por las armas todos los españoles presos en esas bóvedas y en el hospital, sin excepción alguna”.
“BOLIVAR”
El 13 de febrero escribía el Comandante de la Guaira al General Arismendi:
“N0 116.- En obedecimiento a orden expresa del Excelentísimo Sr. General Libertador para que sean decapitados todos los presos españoles y canarios, reclusos en las bóvedas de este puerto, se ha comenzado la ejecución pasándose por las armas esta noche a cientos de ellos. – Leandro Palacio”.
Al día siguiente dice así: “N0 119- Ayer tarde fueron decapitados ciento cincuenta hombres de los españoles y canarios encerrados en las bóvedas de este puerto, y entre hoy y mañana lo será el resto de ellos.- Leandro Palacio”.
El 15 de febrero le hace la siguiente partición: “N0 123.- Ayer tarde fueron decapitados doscientos cuarenta y siete españoles y canarios, y solo quedan en el hospital veintiún enfermos, y en las bóvedas ciento ocho criollos.- Leandro Palacio”.
El 16 de febrero, último parte: “N0 126.- Hoy se han decapitado los españoles y canarios que estaban enfermos en el hospital, último resto de los comprendidos en la orden de S.E. Lo que participo a V. S. para su inteligencia.- Leandro Palacio”.
Los prisioneros ejecutados fueron en realidad más de 800.
RAZONES QUE TUVO EL LIBERTADOR PARA DECRETAR “LA GUERRA A MUERTE”
Dr. Rafael Seijas.
Sabido es que la desgraciada Campaña de 1812 terminó con la capitulación del General Miranda, quien se avino a entregar las provincias que permanecían sujetas al gobierno republicano, el armamento, pertrechos y cualquiera otro artículo de pertenencia nacional. En cambio al jefe Monteverde se obligó a respetar la libertad, seguridad y propiedad de las personas, cualesquiera que hubiesen sido sus opiniones o conducta en la revolución; y lo cumplió mandando prender al ilustre repúblico, impedir la salida de la emigración, hacer fuego a la goleta en que ya se habían embarcado algunos, echarla a pique y robarse los equipajes. Miranda es trasladado a Puerto Cabello, en fin a España donde morirá cautivo.
Después, a instigación de los canarios, encarcela, expone en cepos, confisca, destierra, en suma, venga atrozmente los delitos por él ya perdonados.
Zuazola persigue a todos los americanos sin distinción, quema sus casas, tala sus sementeras, llama de paz a los vecinos ausentes y cuando acuden, hombres y mujeres, ancianos y niños, son desorejados o desollados vivos. Cajones de orejas fueron enviados a Cumaná, son recibidos con salvas y algazaras por los catalanes: adornan con ellas las puertas de sus casas y sus sombreros, como si fueran escarapelas. Les quitaban el cutis de los pies, los forzaban a caminar sobre cascos de vidrio o guijarros, los mutilaban de uno o dos miembros o de las facciones del rostro, y se mofaban de su fealdad. Les hacía coser espalda con espalda.
Al ocupar Calabozo mató a todos los vencidos, el saqueo de San Juan y Villa de cura tiene pormenores increíbles. No perdonó ni mujeres ni niños. Él mismo pegaba fuego a las casas y alanceaba a los que salían huyendo en llamas.
Los españoles y americanos realistas habían amotinado a los esclavos y la desolación y el espanto cundían por donde quiera.
“Entonces Bolívar piensa en la guerra a muerte como terrible necesidad de la situación, amaga con ella y al fin la declara en Trujillo el 15 de junio de 1813, previa deliberación y consulta con sus compañeros”
II
Desde muy joven Casimiro Hernández dio muestras de ser muy responsable y un gran católico, de tal manera que siendo seglar le permitieron vestir hábitos clericales y asistir con ellos a fiestas religiosas. A continuación copio el texto de la licencia que le fue concedida:
“Nos, el Dr. Don Santiago de Zuloaga, Dignidad de Maestrescuelas de esta santa Iglesia Metropolitana, Comisario de la Santa Cruzada de esta Diócesis y Gobernador en lo espiritual y temporal de este Arzobispado por el Ilustrísimo Sr. Dr. D. Narciso Coll y Prat, Dignísimo Arzobispo electo del Consejo de Su Magestad”
Por quanto información que ante Nos ha presentado Dn. Josep Casimiro Hernández natural de esta ciudad hijo legítimo de Dn. Vicente Hernández y de Dña Ángela Cayetana de Hernández, nos consta su legitimidad, limpieza de sangre, buena vida y costumbres; por la presentes le concedemos nuestra licencia para que pueda vestir y vista los hábitos clericales, por el tiempo de nuestra voluntad; y le encargamos que en todo se porte con la compostura y modestia que le corresponde al Estado Eclesiástico arreglándose a lo prevenido por los Sinodales de esta Diócesis y le asignamos al servicio de la Iglesia del Hospital Real de San Lorenzo de esta Ciudad, a donde asistirá con sobrepelliz y bonete en los días de tabla, y a los exercicios espirituales que anualmente se practican en el Real Seminario Colegio y ocurrirá al Capellán de Ntra. Iglesia con esta nuestra licencia para que tome en razón correspondiente, sin que en el interior pueda usar de ella ni lo valga.
Dado en Caracas firmado, sellado y refrendado en forma a vintiseis de junio de mil ochocientos diez.
Firma Dr. Santiago de Zuloaga
Por mandato de su SX. IZ
B. Jph. Tomas Larrazábal
Pro. Sec.
Después de la trágica muerte de Don Vicente, Casimiro se constituyó en el jefe de la familia y tesoneramente logró en poco tiempo y a fuerza de mucho trabajo adquirir una posición sólida en el comercio. Ya para el año 1830 era dueño del almacén de víveres y mercancías secas más importante de Caracas, el cual estaba situado en la esquina de La Torre, frente a la Plaza Bolívar.
Durante 50 años el nombre de Don Casimiro Hernández figuró entre los comerciantes más honrados y conocidos de Caracas.
Don Casimiro Hernández fue uno de los fundadores del Cementerio de los Hijos de Dios. En su casa de habitación el día 23 de septiembre de 1855 se formó la Compañía que iba a administrarlo. La Junta Directiva quedó constituida así: Presidente: Guillermo Espinoza, Vocales: Francisco José Herrera, Faustino Bermúdez, Francisco Conde y Mariano Briceño. El Tesorero fue Don Casimiro.
En una crónica de un periódico de esta ciudad sobre las esquinas de Caracas, dice lo siguiente: “Para el año de 1860 se llamaba la pate no construida de lo que hoy es conocido con el nombre de la esquina de “El pájaro”, LA SABANITA DE DON CASIMIRO, porque Don Casimiro Hernández, de gran importancia social y comercial, era el propietario de varias casas cercanas y de los terrenos adyacentes”.
Don Casimiro Hernández casó con Doña Antonia Guzmán y procrearon los siguientes hijos:
Luis Alberto, que casó con Mercedes Castro Lander.
Pedro Eduardo, que casó con Teresa Machado.
Pablo Vicente, que casó con Magdalena Madrid.
Antonio, soltero.
Roque, que casó con Gertrudis López Méndez.
Mercedes, que casó con José María Castro Lander.
Natividad, que casó con Rafael Díaz.
Vicente, murió niño.
ANÉCDOTAS
Don Casimiro Hernández tenía su establecimiento situado en el ángulo Nor-Este de la Plaza Bolívar, como ya dijimos, frente a la Catedral. En una oportunidad se presentó a las puertas del negocio, montado en un hermoso caballo, Don Bernardino Mosquera, gran amigo de él y le gritó desde la calle: “Casimiro, préstame cinco pesos” y éste contestó: No, no te los presto- ¿Por qué? Porque después no me los pagas.
En otra oportunidad, estando Don Casimiro sentado en su escritorio sintió un ruido muy grande en el fondo del almacén y preguntó qué pasaba, le informaron que un dependiente, colocando unas vasijas de barro en la parte alta de una armadura, se había caído de la escalera. Don Casimiro con mucho interés preguntó si no se había roto alguna vasija.
La residencia de Don Casimiro Hernández estaba situada entre las esquinas de Coliseo y Peinero. Era una casa grande con cuatro ventanas a la calle, de estilo colonial; tenía un gran patio rodeado de corredores cubiertos de techos de tejas sobre maderas apoyadas en columnas, todos sembrado de árboles, y en el centro una pila de agua. Todas las mañanas acostumbraba a sentarse en una mecedora cerca de dicha pila, Doña Antonia, esposa de Don Casimiro. La puerta de la calle la dejaba abierta y entonces comenzaban a llegar las mujeres del barrio con sus cántaros a buscar agua. Para todas tenía una frase amable, les ofrecía café o algo que comer, se interesaba por la salud de sus respectivas familias y si necesitaban alguna medicina, se las daba o les entregaba el valor para comprarlas. También se interesaba mucho por los niños a quienes les enviaba golosinas. Doña Antonia tenía fama de ser muy bondadosa y caritativa.
Don Casimiro murió el 7 de septiembre de 1874, su esposa murió justamente un año antes. Ambos fueron enterrados al lado de la Capilla del Cementerio de los Hijos de Dios. Cuando fueron a demoler este cementerio para construir sobre él unos bloques del Banco Obrero, por insinuación de mi querido primo Roque Hernández Madrid, solicité y obtuve los permisos correspondientes para trasladar sus restos a Cementerio General del Sur, pero tuvimos la mala suerte de que las bóvedas donde estaban enterrados, les había entrado agua por unas grietas y de los cuerpos de ambos no quedaba absolutamente nada. Es conveniente advertir que las bóvedas no fueron violadas, sino que la acción del tiempo desintegró los cuerpos, debido a la humedad y al aire.
Es una lástima grande que no se haya conservado este cementerio; era uno de los lugares más interesantes de Caracas, creo que debían haberlo conservado como Monumento Nacional. En él estaba enterrado Don Juan Manuel Cajigal, cuyos restos se perdieron, así como los de muchos otros personajes importantes.
HIJAS DE DON VICENTE HERNÁNDEZ Y SUS DESCENDIENTES
Trinidad Hernández casó con Francisco de Sales Pérez. De esta unión nacieron:
Francisco de Sales Pérez Hernández, que casó con Cándida Vera.
Hijos de este matrimonio:
Panchito, que casó con Belén García.
Emilio, que casó con Mercedes Benítez
Henrique, que casó con Trinidad Pérez Benítez.
Antonio, que casó con María de Lourdes Lugo.
Teresa y Matilde, que casaron en primeras y segundas nupcias con Eduardo Pérez Benítez.
Isabelita, que casó con Nemecio Lander.
María, que casó con Juan Fernández Hurtado.
Miguel Vicente Pérez Hernández, casó con Mercedes Benítez Eleizalde. Hijos de este matrimonio son:
Miguel Vicente, que casó primero con Luisa Rodríguez y después con Isabel Losada.
Eduardo, que casó primero con Teresa y luego con Matilde Pérez Benítez.
Trinidad, que casó con Enrique Pérez Vera.
Mercedes, que casó con Emilio Pérez Vera.
Tomás Lorenzo, que casó con Ana Hurtado.
Juanita, que casó con Kurt Becker.
Luis Alberto, que casó primero con Emilia Consuelo Sánchez Hernández y luego con Isabel Martínez.
Conchita, que casó con César Vicentini.
Elisa Rosa, que casó con Luis Alberto Landaeta.
Elena e Isabel, murieron solteras.
Mercedes Pérez Hernández, casó con Don Tomás Reina.
Hijos de este matrimonio:
Tomás Reina, que casó con María Isabel Rodríguez. Hijos de este matrimonio:
Tomás Henrique, María Isabel, Alberto Luis, Carlos, Manuel, Juan, Mercedes, Trinidad, Gustavo y Josefina.
Matilde Pérez Hernández, casó con Juan Breca. No tuvieron hijos.
Trinidad Pérez Hernández, casó con Juan Breca una vez que éste enviudó de su hermana Matilde. Hijos de este matrimonio son:
Pancho, que casó con Mercedes Benítez Michelena.
Matilde, murió soltera.
Elisa e Isabel murieron solteras.
Santos Hernández, casó con Isidro Espinoza. De esta unión nacieron:
Joaquín Espinoza Hernández, que casó con Margarita Sánchez, no tuvieron sucesión.
Isidro Espinoza Hernández, que casó con Clemencia Blanco.
Hijos de este matrimonio son:
Clemencia Santos, soltera.
Isidro, soltero.
Magdalena, soltera.
Luisa, casó con Andrés Otero.
Rosarito, casó con Martín Tovar.
Mariano, soltero.
Alberto, casó con Mila Fernández.
Rosarito Espinoza Hernández, casó con Manuel A. Granados. De esta unión nacieron:
Manuel Ramón, que casó con Rosana Celis.
Miguel Ángel, que casó con Carmen Piñero.
Gonzalo, soltero.
Vicente, soltero.
Joaquín, soltero.
Isidro, soltero.
María Teresa, soltera.
Rosario, soltera.
Carlos, casó con Concepción Tortolero.
Santos, casó con Elvira Rojas.
Tomasa Hernández, casó con Tomás Echezuría. De esta unión nacieron:
Pablo Echezuría Hernández, que casó con Soledad Lander.
Hijos de este matrimonio son:
Maximiliano, que casó con Guillermina Austria.
Consuelo, que casó con Carlos Páez.
María Amparo, que casó con Luis Alberto Urrutia.
María de Lourdes, casó con José Acosta Castro.
Enrique murió soltero.
María Soledad, que casó con Horacio Bustillos.
María de Lourdes Echezuría Hernández, murió soltera.
Carmen Echezuría Hernández, casó con Silvestre Graterol.
Hijos de este matrimonio:
Silvestre Graterol Echezuría.
Pablo y Carmelita Hernández, murieron solteros.
HIJOS DE DON CASIMIRO HERNÁNDEZ
Luis Alberto Hernández Guzmán casó con Mercedes Castro Lander. De esta unión nacieron los siguientes hijos:
Pilar Hernández Castro, caso con Alfredo Romero: Hijos de este matrimonio son:
Josefina que casó con el Dr. Carlos J. Bello.
Elvira, que casó con Arnoldo Sánchez Becerra.
Isabel Hernández Castro, casó con Manuel Guillermo Ponce de León.
Hijos de este matrimonio son:
Isabel que casó con Manuel V. Porras Grana. Tuvieron dos hijas:
Rosa, que casó con René Rincón.
Carmen Cecilia Porras Ponce de León. Soltera.
Mercedes, que casó con Alfredo Ravard Baute. No tuvieron hijos.
Margarita, casó con Carlos Istúriz García, de cuyo matrimonio nacieron los siguientes hijos:
Olga Margarita Istúriz de López.
Jorge Luis Istúriz Ponce de León.
Fernando, casó con Aurora Sérpico, no tuvieron hijos.
Manuel Guillermo murió soltero.
María y Luisa murieron solteras.
Luis Antonio y Vicente Hernández Castro, murieron solteros.
En “El cojo Ilustrado” del 15 de setiembre de 1896 hay una nota sobre la muerte de Don Luis A. Hernández, redactada en los siguientes términos:
“Hombre íntegro, laborioso y culto. Consagró los primeros años a los estudios universitarios y cursó las aulas hasta graduarse de bachiller en filosofía. Su inteligencia y juiciosa conducta prometíanle en la carrera de las ciencias: pero ¡ay! Su padre el inolvidable hombre de bien y antiguo comerciante Don Casimiro Hernández cediendo al paso de los años y a la necesidad del apoyo filial le llamó a su lado y la brillante carrera del hijo vino a ser tributo al bienestar del padre y de la familia. Luis no defraudó las esperanzas que había inspirado y fue tan pulcro comerciante como había sido aprovechado estudiante y distinguido discípulo. Dando siempre ejemplos de laboriosidad, modestia y pureza, sorprendiéndole los años, las enfermedades y por último la muerte.
Pablo Vicente Hernández Guzmán casó con Magdalena Madrid. De esta unión nacieron los siguientes hijos:
Pablo que casó con Ana Zozaya. Hijos de este matrimonio son:
Guillermo Pablo, Ana Teresa, Magdalena y Clara Luisa.
Magdalena, casó con Salustiano Plaza Montemayor. De este matrimonio nacieron: Salustiano y Guillermo.
Antonio, murió soltero.
María Teresa, murió soltera.
Luisa, murió soltera.
Roque, casó con Trina Sanavia y de esta unión nacieron: María Magdalena (Magala) y Antonio.
Eduardo casó con Zoila Lizarraga. De este matrimonio nació hija de nombre Magdalena.
Mercedes Hernández Guzmán casó con José María Castro Lander. De este matrimonio nacieron los siguientes hijos:
José María, murió soltero.
Matías, murió soltero.
Manuel Felipe, que casó con Conchita Herrera. De este matrimonio nació un hijo: Manuel Enrique Castro Herrera.
Mercedes, murió soltera.
Pepita, murió soltera.
“Matías Castro sufría de una enfermedad nerviosa que le hacía parar de repente cuando caminaba por la calle. Decía que estaba atracado y no podía seguir a menos de encontrar a alguien que lo empujara. Fuera de este problema era una persona normal.”
Natividad Hernández Guzmán, casó con Rafael Díaz. De esta unión nacieron los siguientes hijos:
Rafael, que casó con Consuelo Díaz Lagórburu. No tuvieron hijos.
Conchita, que casó con Teófilo Rojas. Les nació un hijo, Raúl Rojas, que casó con Carmen Loero.
Antonia, que casó con Evaristo Díaz Legórburu. De este matrimonio nacieron: Armando, que casó con Betariz Casanova y Clemencia con Guillermo Galarraga Viso.
Antonio Hernández Guzmán, murió soltero.
Fue militar, pero se le presentaron inconvenientes políticos y se vio obligado a irse a vivir a los Estados Unidos. En New York fundó con un americano una Empresa Editorial. En una oportunidad le escribió a su padre sugiriéndole que invirtiera una pequeña suma de dinero para la compra de terrenos en esa ciudad, situados en Broadway y la Quinta Avenida y le garantizaba que sus descendientes hasta la quinta generación serían millonarios. Don Casimiro no quiso arriesgar nada, lo cual fue una lástima.
Antonio murió en New York y su hermano Roque fue a reclamar su herencia, con tan mala suerte que a los pocos días de llegar, moría de una pulmonía. Esta herencia se perdió porque nadie más se atrevió a reclamarla.
Roque Hernández Guzmán, casó con Gertrudis López Méndez. No dejaron descendencia.
Vicente Hernández Guzmán, murió niño.
El Dr. Pedro Eduardo Hernández Guzmán nació en la ciudad de Caracas y se graduó de médico en el año 1851. Casó con Doña Teresa Machado Ramírez el 23 de diciembre de 1859, hija de Don José Miguel Machado y Doña Antonia Ramírez. De esta unión nacieron los siguientes hijos:
Antonia, que casó con el Dr. Alfredo Machado.
Emilia, que casó con el Dr. Ángel Poleo.
Eladia, que casó con el Sr. Antonio José Sánchez.
Pedro, que casó con María Sucre.
José Miguel, que casó con Antonia Manuela Sánchez.
Casimiro, que casó con Matilde Legórburu.
Teresa, soltera.
Enrique y Eduardo, murieron niños.
Antonia Hernández Machado, casó con el Dr. Alfredo Machado. Tuvieron los siguientes hijos:
Alfredo Guillermo, que casó con Mercedes Gómez Velutini.
Oscar Augusto, que casó con Ana Teresa Zuloaga.
Teresa María. Soltera.
Gustavo Henrique, que casó con Clementina Rivero.
Emilia, que casó con el Dr. Ángel Poleo. No tuvo sucesión.
Eladia, que casó con Antonio José Sánchez, tuvieron los siguientes hijos:
Alberto, que casó con María Teresa Echeverría y en segundas nupcias con Leonor Figueredo.
Emilia Consuelo, que casó con Luis Alberto Pérez.
Margarita, que casó con Wintrop Cole.
Pedro, que casó con María Sucre, dejó dos hijos: Raúl y María Cristina.
El Dr. José Miguel Hernández Machado casó con Antonia Manuela Sánchez y de este matrimonio nacieron:
Leonor, que murió muy niña.
Luis Alberto, que casó con Helen Levy.
José Miguel, que casó con María Antonieta Saucier.
Armando, que casó con Josefina Martínez Mayz.
Enrique, que casó con Blanca Meléndez.
Roberto, que casó con Rosario Sánchez.
Antonio, que casó con Alicia Feo Sánchez.
Josefina, que casó con Gustavo Escobar Llamozas.
Pedro Eduardo, que casó con Rowina Gordon.
El Dr. Casimiro Hernández Machado, casó con Matilde Legórburu y de este matrimnio nació una hija:
Isabel Teresa, que casó con Rodolfo Koeneke.
Teresa, murió soltera.
El Dr. Pedro Hernández Machado, llamado cariñosamente “Dr. Perico Hernández” fue un verdadero apóstol de la medicina. Visitaba a sus enfermos en una mula que poseía y para él no había ni ricos ni pobres, todos eran iguales. Fue profesor de Patología en la Universidad Central y eminente cirujano; él practicó la primera operación de catarata en Venezuela.
Hace algunos años el Sr. J. B. Oduardo, comerciante de La Guaira, relataba que durante la epidemia de Fiebre Amarilla, él se vio de muerte; cuando lo supo el Dr. Hernández, que era médico de la familia, bajó a la Guaira y personalmente lo trajo en un coche a Caracas y a fuerza de cuidados logró salvarle la vida. En esa época murieron de fiebre amarilla dos amigos del Sr. Oduardo por falta de asistencia.
Lleno de merecimientos y afectos, el Dr. Pedro Eduardo Hernández y su esposa Teresa Machado de Hernández, murieron en Caracas, con muy pocos días de diferencia, en el año 1888.
DR. JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ
El Dr. José Miguel Hernández nació en Caracas el 4 de febrero de 1886 y contrajo matrimonio en el año 1894 con Antonia Manuela Sánchez Ribas, quien nació en Caicara de Maturín el 17 de enero de 1874, era hija de Don José Francisco Sánchez, nacido en Cumaná el 23 de marzo de 1826, emparentado con el Mariscal Sucre y de Doña Antonia Ribas de Sánchez, nacida el 14 de junio de 1839, descendiente del General José Félix Ribas. El matrimonio de Don José Francisco con Doña Antonia tuvo efecto el día 21 de octubre de 1855.
En 1870 Don José Francisco Sánchez y un tío de su esposa, el Padre Ángel Ribas, descubrieron en el Callao una mina de oro, la más grande y rica que se ha registrado en esa región; cuentan que estaba casi a flor de tierra y que a simple pico podíase extraer el oro puro. Ellos se asociaron con una compañía inglesa para su explotación y los dividendos que recibían pasaban de veinte mil pesos mensuales. Para el año 1892 la veta de la mina se extinguió y Don José Francisco quedó en la ruina, pues, aparte de una magnífica casa que se hizo construir en Caracas, todo lo tenía invertido en acciones. A causa de esto le vino una enfermedad cerebral que le ocasionó la muerte en poco tiempo.
El Dr. José Miguel Hernández, una vez graduado de abogado, fue nombrado Juez en Villa de Cura, luego que se casó pasó a La Guaira con el mismo cargo. Algún tiempo después montaba su bufete en ese puerto para dedicarse de lleno a su profesión.
Él tenía por lema: “Más vale un mal arreglo que un buen pleito” y tenía una gran habilidad para lograr siempre una transacción favorable para su cliente sin que la parte contraria quedara descontenta, quedando muchas veces ésta como cliente de él.
A los pocos años era abogado de la mayor parte de las casas más importantes de La Guaira, quienes tenían una confianza ciega en él. Entre ellas se cuentan: Blohm & Cía., Boulton & Cía., Leopoldo Pérez Días & Cía., Celedonio Pérez & Cía., Salustiano Plaza & Cía., etc.
El Dr. Juan Bautista Bance era su íntimo amigo y compañero de estudios de muchacho y le propuso asociarlo a su Escritorio, pero él prefirió seguir trabajando solo y le recomendó ampliamente a su sobrino el Dr. Alfredo Machado Hernández, quien hacía poco se había graduado de abogado.
El Dr. José Miguel Hernández, era un hombre de rectitud a toda prueba. En una oportunidad le mandaron a proponer en arrendamiento la casa que poseía en Macuto para alojar en ella a unos edecanes del General Gómez, él les dijo que como se trataba de unos pocos días no tenía inconveniente en prestársela sin pago alguno. Después se enteró que fue habitada por una de las queridas del General Gómez; esto lo indignó de tal manera que dijo no la ocuparía más su familia. Poc tiempo después la vendió materialmente regalada.
En otra oportunidad lo llamó el Gobernador de Caracas para ofrecerle , de parte del General Gómez, el cargo de Juez del crimen pues sabía era una persona correcta y justa, para que sentenciara especialmente en el caso de la muerte de Crespo Vivas. El Dr. Hernández no aceptó manifestando ser abogado de la familia Álamo Ibarra.
Cuando la dictadura del Dr. Félix Montes para presidente de la República, de quien era intimo amigo y a quien apoyaba, también se le presentó un inconveniente que se resolvió satisfactoriamente.
A principios de 1915 se le presentó una novedad en la garganta, lo vio su cuñado el Dr. Alfredo Machado y en seguida pidió una Junta Médica. La opinión unánime fue que debía trasladarse inmediatamente a Baltimore para que le hicieran unas aplicaciones de radio. Esas aplicaciones estaban prácticamente en pañales para esa época,. En vista de que no mejoraba se trasladó a New York donde murió el 27 de septiembre de ese mismo año. Sus restos fueron trasladados a Venezuela en el vapor “Zulia” de la Red D’Line. En la Guaira fue recibido en el muelle por casi toda la población, fue una verdadera manifestación de cariño. Su cadáver fue traído en tren expreso a Caracas y de la estación del ferrocarril salió el entierro.
TOMADO DE LA PRENSA DE CARACAS
“El Dr. José Miguel Hernández, durante el trascurso de 49 años no olvidó un momento la santa doctrina de sus padres y fortalecido por ella, fue siempre un perfecto ciudadano, esposo modelo y padre inmejorable. Ocupó puestos públicos de alta responsabilidad, los desempeñó siempre basado en el lema de su vida: Honradez, Perseverancia y Justicia. Fue, hasta el momento de su muerte, apoderado general de las principales casas de cpmercio de La Guaira y de esta capital”.
Al día siguiente de recibirse la noticia de la muerte de mi padre, el Dr. José Miguel Hernández, se presentó en casa de mi abuela, donde yo estaba, el Dr. Alfredo Machado y me pidió que lo acompañara. Me llevó a la Sombrerería La Palma, a la Zapatería Zuloaga y a la Sastrería Savino y me obsequió un equipo completo de luto.
Considero oportuno reproducir la carta que recibí del Dr. Machado, estando yo en New York.
Caracas, 3 de enero de 1918.
Sr. Armando Hernández.
New York.
Querido Armando:
Hace mucho tiempo que estaba escrita en mi pensamiento; pero tú sabes cómo vivo yo todavía atareado con mi profesión; y como desde que comenzó esta maldita guerra la correspondencia es insegura, cuando pensaba escribirte resultaba que el buque se había ido.
Tuve el gusto de recibir tu regalo, recuerdo que ha sido para mí un verdadero regocijo, que aprecio altamente, porque me revela cómo las grandes cosas americanas y la gran agitación de esa gran ciudad no han borrado ni de tu memoria ni de tu corazón, los deudos que por acá dejaste, lo que hace ver que tus buenos sentimientos son firmes. Te doy pues las mejores sentidas gracias y te reitero el grande aprecio en que estimo ese recuerdo tuyo y esa muestra de cariño.
Yo he sabido con placer que tú te ocupas de trabajar por tu porvenir, de trabajar por crearte una posición y un nombre en la sociedad. Es muy bello eso y no debes cesar de martillar sobre el yunque del trabajo y del honor para crearte un nombre tuyo que sea obra de tu Self Help , como dice ese famoso libreto de Samuel Smiles, que tal vez tú hayas leído y que todos los jóvenes deben aprenderse de memoria y seguir sus hermosas máximas en todos los instantes de su vida. El nombre que nos dejan nuestros padres no basta, nos es nuestro, porque no es obra nuestra; y nadie debe consentir en pasar la vida por el mundo como cualquiera arista que arrastra y se lleva el viento, sin dejar nada bueno ni digno de elogio, sin dejar un bello ejemplo que admirar y que imitar. Y luego; estudiar, trabajar y ahorrar, para no ir, cuando las fuerzas se agoten, a parar a una casa de beneficencia, a beber la triste taza de caldo de la caridad pública. Lee la historia de los grandes hombres; muchísimos, muchísimos, comenzaron por ser una brizna de paja, un vendedorcito de periódicos, un limpia-zapatos, etc. ; pero tuvieron Self Help ; se empeñaron en ser, en subir, tuvieron carácter y fueron. Y luego no olvidar nunca a tu mamá o tu hermanita, como ninguno de Uds. debe olvidarlas; sino que todos estrechamente abrazados, queriéndose mucho unos a otros, ayudándose recíprocamente, levanten el sólido edificio de la felicidad de todos.
Adiós por hoy. Saludos a tu mamá y a todos tus hermanos; diles que ésta es para todos y cada uno. Cariños a Josefina. Te abraza carñosamente y te desea mucha salud y muy buena suerte.
Tu padrino.
A. Machado.
Mi madre, Antonia Sánchez de Hernández, sobrevivió a mi padre 15 años. Murió en París el 6 de agosto de 1930.
También han desaparecido mis hermanos:
Josefina Hernández de Escobar. Murió en Nueva York el 9 de junio de 1942. Dejó dos hijos: Gustavo José y Marisol.
Enrique Hernández. Murió en Puerto Cabello el 11 de agosto de 1951. Dejó un hijo, Henry Hernández, residenciado en Estados Unidos.
Pedro Eduardo Hernández. Murió en Caracas el 5 de diciembre de 1958. No dejó sucesión.
José Miguel Hernández. Murió en Miami, el 2 de enero de 1963. Dejó cuatro hijos: Capitán de Navío José Miguel Hernández Saucier. Carlos Hernández Saucier, Leonor Hernández Saucier de Magaletta y Josefina Hernández Saucier de Roncajolo.
En la numerosa descendencia de Don Vicente Hernández, muerto trágicamente el año de 1814, se encuentran personas ilustres que trabajaron y lucharon honradamente por el engrandecimiento de la Patria. Seguidamente me referiré a algunos de ellos: Don Casimiro Hernández, quien no obstante la terrible muerte de su padre, luchó para hacerse un nombre y llegó a ser uno de los comerciantes más apreciados de Caracas. El Dr. Pedro Eduardo Hernández (Dr. Perico Hernández) fue uno de los médicos más competentes, honrados y populares del siglo pasado. Antonio Hernández Guzmán, tuvo éxito en la carrera militar en Venezuela y como industrial en New York, donde fundó una gran empresa editorial. Francisco de Sales Pérez Hernández, gran escritor humorístico e historiador. Dr. José Miguel Hernández (abogado), la honradez personificada; su muerte fue muy lamentada en La Guaira, donde principalmente ejerció la profesión. Dr. Casimiro Hernández (médico), también ejerció la profesión en la Guaira, donde era muy querido. Dr. Pablo Hernández Madrid (médico); muy competente clínico, ejerció muchos años en Valencia. Don Roque Hernández Madrid, banquero muy apreciado por todos los que tiene el honor de conocerlo. Dr. Alfredo Machado Hernández, además de haber ejercido con éxito su profesión de abogado, desempeño altos cargos políticos y diplomáticos. Dr. Oscar Augusto Machado Hernández (Ingeniero); no es necesario hablar de su personalidad; su muerte ha sido motivo de duelo para todo el país. Dr. Gustavo H Machado Hernández (médico), excelente pediatra y gran filántropo. Luis A Hernández Sánchez, residenciado en Estados Unidos desde hace muchos años, se ha destacado como un gran traductor técnico. El autor de estos apuntes, Armando Hernández Sánchez, estableció el “Aserradero San Agustín”, fundó la primera fábrica de Maderas contra enchapadas en Venezuela y fue miembro fundador de la Cámara de Industriales de Caracas. Roberto Hernández Sánchez, competente representante de casas extranjeras. Antonio Hernández Sánchez, ocupó por muchos años un alto cargo en la Embajada Americana en Caracas y luego se dedicó a la industria con bastante éxito. Guillermo Plaza Hernández, honorable comerciante de La Guaira. Dr. Guillermo Hernández Zozaya. Eminente médico. Su muerte acaecida hace poco ha sido muy lamentada. Alberto Espinoza Blanco, industrial, fundador de la fábrica de Helados “EFE”. Manuel Enrique Castro Herrera, corredor de seguros muy correcto y de reconocida competencia. En la nueva generación hay muchos que se han destacado por su dedicación al trabajo y competencia, entre ellos se cuentan: Los Machado Zuloaga, Machado Gómez, Hernández Saucier, Hernández Sanavia, Machado Rivero, Hernández Feo, Escobar Hernández y otros.
FAMILIA HERNÁNDEZ DE ORIENTE
“La Familia Hernández”
Copia de unos apuntes que me facilitó la Sra. Machucha Penzini Hernández de Martínez, escritos por su tío el Dr. José Manuel Hernádez Parés (abogado).
Don Santiago Hernández, fundador de la familia Hernández de Oriente, vino con sus hermanos Don José Manuel y Don Juan José Hernández y se establecieron en el Oriente del Guárico y El Chaparro a fines del siglo XVIII. Eran oriundos de de San Carlos, capital de la antigua Provincia de ese nombre, hoy Estado Cojedes, y se vinieron, según tradición trasmitida hasta nosotros, por un disgusto que tuvieron con la madrastra estando en la mesa en una de las comidas, sin duda se levantaron para emprender viaje para acá los tres hermanos. Por el parentesco que decía mi abuelo tener con los generales Monagas, creemos desciendan de los Hernández de Monagas de dicha provincia, de donde también es oriundo el padre de los Monagas, fundador de la ilustre familia de este apellido que ha dado a la historia de la Patria muchas páginas gloriosas. Don Santiago Hernández casó con Doña María Jesús Hernández Díaz, hermana de Don Francisco Hernández, rico hacendado en ganado, dueño del sitio el Chaparro y quien dio a la patria doscientos esclavos para su defensa en la guerra de la Independencia, después de concederles previamente la libertad. De estos esclavos son los célebres morochos Hernández, Joaquín y Carlos, quienes se distinguieron, además de su valor en combate, por sus actos vandálicos. Don Francisco Hernández figura en la lista de los ciudadanos eminentes de la Patria y es un prócer de la independencia Nacional por los importantes servicios que prestó con señalado patriotismo. Era primo por línea materna del valeroso General Pedro Hernández, célebre en guerras de la independencia, natural del Chaparro y quien alcanzó en premio de su heroísmo en la Batalla de San Félix, el alto honor de ser nombrado funcionario del Ministro de la Guerra por el Libertador Bolívar después de la toma de Angostura, en donde también se distinguió Don Santiago y Doña María Jesús. Tuvieron los hijos siguientes: Don José Ramón Hernández que casó con Doña Jacinta Bastardo, hija del Gran Prócer de la Independencia Coronel Don Luis Bastardo, primer Gobernador Civil de la Ilustre Provincia de Barcelona y de Doña Rita Josefa Romero Lobatón, de ilustre familia colonial, que falleció en la histórica Casa Fuerte de Barcelona al notificársele la orden de capitulación, pues, fue de las pocas víctimas que se salvaron de la horrorosa hecatombe en que cayó prisionero el heroico Freites, sobrino de la esposa de Don Luis Bastardo. Tuvieron los siguientes hijos: Doña María Jesús que casó con Juan Penzini, natural de la isla de Córcega y perteneciente a una distinguida familia. José Ramón, que fue Doctor en medicina y casó con Doña María de los Ángeles Parés, natural de la isla de Puerto Rico, también de distinguida familia, José Manuel fue abogado y Dr. En Derecho civil y falleció soltero y Luisa fue casada con Don Antonio María Espino Sago. En segundas nupcias casó Don José Ramón con Doña Matilde Romero Lobatón, hija de Pedro Romero, Segundo de “El Tigre encaramado” y de Doña Isabel Romero Santillano. Tuvieron tres hijos: Isabel que casó con el General Antonjo Molleras, Doña Carmen que falleció soltera y Doña Juana que casó con Miguel Sifontes Bastardo, sobrino de Luis Bastardo.
Don José Ramón Hernández y Glemas fue comandante de los ejércitos españoles y comandante de la Plaza de Aragua de Barcelona en los comienzos de la Guerra de la Federación, pero en el bando contrario; y con ese carácter le tocó defenderla cuando fue atacada por el General Julio Monagas, quien salió derrotado el 15 de abril de 1855. Doña Carmen que casó con su primo Juan Iván Hernández, natural de Caracas. Doña María Josefa que falleció soltera. Doña Isabel, que casó con Don Juan Rodríguez. Don Ramón Luciano que casó con Leonarda Ron, siendo los fundadores de la Familia Hernández Ron, de Zaraza; y Don Fernando que casó con su sobrina Doña Carmen Hernández.
Don José Manuel Hernández fue casado con Doña María Rosario Cruz, de Las Hoyas, jurisdicción del Distrito Zaraza, de la familia del Padre Ruiz, y después se fueron a vivir a Caracas en donde fundaron familia; y Don Juan José Hernández se casó con Doña Petronila Hernández Arvelaiz y no tuvieron sucesión.
Mi abuelo Ramón era primo hermano de Don Casimiro Hernández, elemento que fue de gran valía social en caracas, en donde fundó una familia muy distinguida que aún conserva con brillo el apellido para honra y orgullo de su progenitor.
Miembros ilustres de la familia Hernández son: Francisco de Sales Pérez, escritor de costumbres, muy notable, académico de la lengua y de la historia y ministro en varia épocas; el Dr. Perico Hernández, médico de sobresaliente nombradía; Don José Austria, que actualmente desempeña en Chile una misión diplomática. El Dr. Manuel Hernández Bastardo quien tuvo el alto honor de ser nombrado primer Presidente del antiguo Estado Bermúdez, cuando se constituyó con las secciones de Barcelona, Cumaná y Maturín, fue un amigo y condiscípulo del General A. Guzmán Blanco, Presidente de la República, cargo que no aceptó por su carácter independiente que lo mantuvo siempre alejado de la política, en la que no aceptaba sino los principios bien prestados. No obstante se desempeñó entre otros cargos públicos como el Juzgado de 1ª Instancia en lo comunal del Estado Barcelona, anteriormente a la formación del Gran Estado Bermúdez y la Jefatura Civil de este Dpto. o cantón, cuando estaba refundido este cargo a la Presidencia de C Municipal.
NOTA: Dice el Dr. Hernández Parés que Don Santiago Hernández, fundador de la familia Hernández de Oriente, después de un dusgusto que tuvieron con su madrastra, vino con sus hermanos, Don Juan Manuel y Don Juan José y se establecieron en el Oriente del Guárico y El Chaparro a fines del siglo XVIII. Más adelante dice que su abuelo Ramón (Don José Ramón), hijo de Don Santiago, era primo hermano de Don Casimiro Hernández de Caracas. Es evidente que Don Santiago y Don Vicente, padre de Casimiro, eran hermanos, probablemente por parte de padre, siendo casi seguro que el disgusto que tuvieran con la madrastra ocurriera en las Islas canarias y que de allá se vinieran los tres hermanos a establecerse en el Oriente de la República y que Don Vicente, se viniera posteriormente y se estableciera en Caracas.
Es demasiado sabido que los Hernández son originarios de las Islas Canarias. En cuanto a los Hernández que son oriundos de San Carlos, es muy posible que una rama de la familia se estableciera en esa ciudad, o que los tres hermanos vivieron una temporada en San Carlos y luego se trasladaron al Oriente.
Con respecto al parentesco con los Monagas, considero que es cierto. Don Roque Hernández Madrid cuenta que él oyó decir, que cuando el General José Tadeo Monagas fue nombrado Presidente de la República, su abuelo Don Casimiro Hernández consideró un deber familiar ir a felicitarlo. Éste estaba sentando en la sala de espera de la Casa Presidencial, cuando se presentó el General Monagas y al verlo dijo: “Un pariente mio de su calidad, no tiene por qué hacerme antesalas, las puertas de mi oficina están abiertas para Ud. A toda hora.
En la Toma de la Casa Fuerte de Barcelona figuran familiares de los Hernández. Como hace poco se cumplió el sesquicentenario de ese sangriento suceso, copio a continuación párrafos de algunos artículos que aparecieron en esos días en la prensa de Caracas.
UNA DE LAS PÁGINAS MÁS SANGRIENTAS DE LA HISTORIA DE VENEZUELA ES LA TOMA DE LA CASA FUERTE DE BARCELONA
El sacrificio de la Casa Fuerte de Barcelona encierra un profundo sentimiento de heroísmo y patriotismo en defensa de la causa libertadora. La actitud del General Pedro María Freites es por demás extraordinaria al enfrentarse con setecientos hombres al ejercito de tres mil soldados que le lanzó el Coronel Juan Aldana aquella mañana del siete de abril de mil ochocientos diecisiete. El enemigo había ocupado previamente la ciudad desde el día cinco, y desde entonces rodeó el convento de San Francisco, trinchera de las tropas republicanas y refugio de más de trescientas personas civiles, entre mujeres, niños y ancianos. Freites se dispuso a defender a toda costa la fortificación para tratar de conservar el parque, mientras que esperaba con ansiedad los auxilios del ejercito libertador; pero estos no llegaron, y a los defensores les correspondió demostrar su valentía. La acción del ejército realista se inició atacando y derrumbando con dos baterías los muros del convento. Después vino el feroz asalto. Cuerpo a cuerpo se peleó por más de seis horas, sin pedir ni dar cuartel, hasta que al final, cuando la superioridad de los asaltantes no cabía en el recinto, la bandera republicana dejó de flamear; muy pocos lograron escapar de la hecatombe, refugiándose en los montes en medio de la incertidumbre y confusión, pero los pocos sobrevivientes experimentaron la sensación del filo frio y cortante en la garganta. Más de mil cadáveres rodaron por el suelo, o sea casi el mismo número de personas que entró al convento. Allí se encontraban los cuerpos inertes de los neogranadinos Francisco de Paula Vélez y Gutiérrez de Piñeres, del mayor inglés William Chamberlain y el de su esposa, la bella heroína Eulalia Ramos. En cuanto al general Freites y al gobernador político Francisco Esteban Ribas fueron remitidos prisioneros a Caracas. Aquí murieron fusilados por orden del capitán general Salvador Moxó.
Asdrúbal Villegas.
Con la caída de Barcelona, los patriotas perdían 1.000 fusiles, 20 cañones de diversos calibres y gran cantidad de municiones Además perecieron cerca de 1.400 personas. El número de bajas realistas no se conoce.
De los escombros de la Casa Fuerte salían densos espirales de humo que se elevaban al cielo como signo del sacrificio de aquellos patriotas que dieron sus vidas por la causa más justa que siempre han defendido todos los pueblos: la libertad. Barcelona quedó desolada y triste. Por dondequiera se veían muertos de todas las edades. Barcelona sufrió los vejámenes más horrendos que se registra en la historia de los pueblos heroicos. Pero sus hijos supieron glorificarla en grado máximo. Y pasó a la posteridad como ciudad ejemplar en civismo y en fidelidad a las causas justas. Esto fue, pues, lo que sucedió el 7 de abril de 1817 en la bella ciudad del Neverí.
S. T. Forzan- Dagger.
Un joven imberbe, el menor de los hermanos del General Freites, se halló también en aquella terrible hecatombe y en medio del combate, se le ocurrió tenderse en un charco de sangre entre dos cadáveres y así logró salvar la vida y envuelto aquel cuadro pavoroso en las densas sombras de una noche tempestuosa, aprovechando la obscuridad y el silencio, salió del campamento arrostrando los más grandes peligros. Tres días interminables viajó el héroe niño a través de bosques y sabanas hasta que al fin, en el sitio de Las Palmitas, en las cercanías del El Chaparro, tropezó de improviso con el Cuartel General Libertador. Avisaron a Bolívar y éste lo hizo conducir a su presencia diciéndole:
-¿Qué noticias traes?
-General Bolívar, se perdió la Casa Fuerte y cuanto en ella había; mi hermano Pedro María fue hecho prisionero al abrirse paso con la espada; el degüello ha sido completo; la sangre corrió como el agua cuando cae un aguacero fuerte; yo pude salvarme porque me hice el muerto y aquí me tiene, mi general.
-¿Cómo te llamas?
-Raimundo Freites, mi general.
-Pues bien, desde este momento quedas incorporado a mi Estado Mayor con el carácter de Edecán.
Francisco Alejandro Vargas.
ESTE LIBRO SE TERMINO DE IMPRIMIR EL 2 DE JUNIO DEL AÑO MIL NOVECIENTOS SESENTA Y SIETE. EN LAS PRENSAS VENEZOLANAS DE EDITORIAL ARTE, EN LA CIUDAD DE CARACAS. LA EDICIÓN SE COMPONE UNICAMENTE DE QUINIENTOS EJEMPLARES, QUE HAN SIDO DISTRIBUIDOS ENTRE LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA HERNÁNDEZ Y SUS INTIMOS AMIGOS.
Nota:
Cincuenta y siete días después de la publicación de este libro, el Sr. Armando Hernández y su esposa Josefina, mueren en su apartamento de la Mansión Charaima en Caraballeda, durante el terremoto que sacudió ese día a la ciudad de Caracas y parte del litoral varguense.
Armando Hernández Sánchez y su esposa Josefina Martínez Mayz













